Aproximadamente 35% de los alimentos producidos en México se desperdician y terminan en la basura, lo que equivale aproximadamente a 20 millones de toneladas de alimento al año, situación alarmante pues se estima que cerca de 50 millones de personas en nuestro país no pueden acceder a una alimentación.
El desperdicio de alimentos trae consigo diversas implicaciones ambientales y económicas, pues el desperdicio de comida provoca el aumento de gases invernadero así como pérdidas a las personas que cultivan, preparan y venden alimentos.
Una de las consecuencias que ha dejado la pandemia del COVID-19 tanto en nuestro país como en el resto del mundo es el aumento del hambre que se deriva del aumento de la pobreza y la gran pérdida de empleos que esta emergencia sanitaria creó. Y por sorprendente que parezca la pandemia también ha dejado un mayor desperdicio de alimentos durante la cadena de valor.
Previo al inicio de la pandemia muchas familias en sus hogares podían percibir ingresos a sus hogares por ejemplo del sueldo de dos de los miembros de dicha familia, sin embargo después de la pandemia y con la interrupción de las actividades económicas que generó la pérdida de empleos probablemente pasó de percibir dos ingresos a solo uno o en algunos a cero.
Situación que para aquellas personas que pasaron a quedarse sin empleo y sin una entrada de ingresos generó una crisis en la que dicha familia pasó a estar en una situación de pobreza que antes de la pandemia no era así.
CONEVAL estimó que previo a la pandemia 25.5 millones de personas en México tenían una carencia alimentaria mientras que en los dos primeros meses de la pandemia esa cifra se disparó hasta los 69.6 millones de personas.
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